El comienzo de mis planes... [Medusa y La muerte]

Mis planes eran simples, sin embargo requerían mucho tiempo para realizarlos, paciencia y ante todo; Astucia.
La muerte había poseído desde siempre una especie de súbdito o mano derecha que le aconsejaba, le ayudaba a tomar decisiones, organizar el centro y era prácticamente su otro yo. Pero... hacía algún tiempo que ese súbdito había... "Desaparecido misteriosamente" (Y os aseguro que no iba a volver...) y el puesto estaba vacante.


Por lo tanto, me dirigí hacia el despacho del director, vestida elegantemente de negro con mi bata blanca de doctora encima y mi característico peinado de pelo corto junto a mis dos mechones que se unían sobre mi pecho en una trenza. Llamé a la puerta, y preparé la mejor de mis sonrisas.

¿Se puede?

En su despacho, como la mayoría del tiempo estaba debido a los asuntos de la escuela por el bien de los alumnos, la Muerte estaba frente a un espejo buscando o mejor dicho, viendo a los niños de otras escuelas (no es ningún pederasta) y niños normales que quizá estén en riesgo de muerte. Si esto pasaba, no dudaría en ir a por ellos y hacer el trato, así era él.

En ese preciso instante tocó alguien a la puerta y se sorprendió un poco mirando a la misma. No sabía quién podría ser, ¿un alumno quizá? ¿Habrá hecho algo malo? ¿O tal vez un profesor o profesora? ¿Querrá hablar con él para nuevas intenciones de la escuela o algo por el estilo? Siempre estaba pensando en todo ese tipo de posibles respuestas ya que era más prudente de lo que podría llegar a verse. Tras la puerta observó a una joven rubia, alta, con una sonrisa fabulosa pero que en cierto modo la recordaba a alguien. Igualmente no se paró a pensar y se giró completamente hacia ella, acercándose un poco.

- Claro, siempre que se requiera.~ - Dijo con una voz cantarina, bastante amable y considerable.

Entré con su permiso. La muerte siempre era así de fresca y amable, eso era lo que no soportaba de ella. Siempre feliz, por favor que vomitivo pero si algo se me daba especialmente bien eran las apariencias, y eso fue lo que hice; aparentar gran frescura, amabilidad y una preciosa sonrisa.

Gracias. Dije sin más. Mi orgullo aún me impedía llamarle "señor" de la muerte. Con su permiso. Cerré la puerta tras de mi y me acerqué un poco haciendo una pausa en silencio.

He oído que hay algunas vacantes en el centro. Si no recuerdo mal, una de ellas es para ser doctor ¿Me equivoco? Vaya, creo que estaba siendo demasiado directa, mejor ir algo más lenta. Perdone mi educación, me presentaré; Mi nombre es Medusa Gorgon.

Vio cómo la chica, con una gran sonrisa en su rostro, se adentraba en el despacho cerrando la puerta tras de sí, cortando comunicación entre la sala y el medio exterior. Su sala le era reconfortable por lo que no salía mucho de allí además de que debía de estar pendiente de sus asuntos más personales de interés propio o de interés común; Eso daba igual ahora. Presentaba una gran sonrisa en su rostro hasta el punto que parecía un poco falsa aunque apenas ni lo notó, pero sí seguía recordándole a alguien que no recordaba su rostro.

- No se dan. Dijo acercándose a su escritorio pero quedándose enfrente de él que sentado o algo así. Le gustaba más, aunque sea increíble, estar de pie para fortalecer la compostura del cuerpo ya que era todo hueso. Un saco de huesos andante y que puede hablar, qué gracioso. Aunque no era momento para ello. - Adelante, puede tomar asiento si así lo desea. -Señaló un sillón justo enfrente de donde estaba. En verdad habían dos. Señaló el de la izquierda pero daba igual donde se sentara, sólo le daba permiso.

Hubo una pequeña pausa de silencio. Se sorprendió por lo directa que pudo ser en ese momento aunque no le molestó ni mucho menos. Es cierto eso, lo era sin duda alguna y ya pensaba que querría ocuparla y estaría bien. Soltó un leve "Ah~" que resonó en la habitación con su voz más o menos gangosa y la prolongación de lo mismo fue un tanto duradera, solamente unos dos segundos. - Encantado de conocerla, Medusa. Yo soy el Señor de la Muerte, ya lo debe saber. -Rió levemente ya que se encontraba de buen humor. - Es cierto eso de la vacante, ¿viene por ello?

Me adentré en la habitación dejando de sonreir, no podía ser demasiado exagerada, siempre había de ser sutil y natural. El señor de la muerte no era demasiado observador, y tampoco parecía alerta por lo que estaba tranquila, ya que eso indicaba que no sospechaba de mi; bien. Todo salía a la perfección, tal y como esperaba. Aunque aún quedaba mucho camino por recorrer, primero la vacante como médica o incluso profesora si hiciese falta y más tarde, ganarme su confianza para poder convertirme en su mano derecha y estar lo suficientemente cerca de él para...

Si, lo se. El director del centro suele ser siempre un personaje bastante conocido por aquí. Es un placer conocerle en persona, he oído hablar mucho y muy bien de usted Cuando me señaló el asiento negué con amabilidad. No me apetecía sentarme sinceramente, venía a hablar sobre lo que quería y no pensaba extenderme demasiado, a no ser que fuera estrictamente necesario y por supuesto, no me apetecía lo más minimo tener que alzar la vista hacia arriba para hablar con él estando sentada.

Proseguí. Está en lo cierto, la verdad es que hace varios días que rondo por Via Mortem y me gustaría pertenecer al personal del internado como médica. Este centro es, según he escuchado, uno de los mejores que existen y por ello, opino que se merece tener a una doctora cualificada como yo. Lo miré y sonreí un segundo. Si es necesario, le entregaré mi curriculum o incluso si lo requiere, puedo mostrarle mis cualidades antes de que me acepte en el puesto.

Bien sabía que aún conservaba su cabezonería a la hora de cuando alguien le sonaba, tendría que ser alguien conocido y no una mera ilusión óptica. Ya pasó por ello y siento la poderosa Muerte, no podría pasar de nuevo. Así pues, quizá la torearía un poco antes de darle ese supuesto puesto de trabajo, antes debía hacerle unas pequeñas preguntas como a cualquiera que quería ingresar en esta escuela; La escuela que él había creado.

Aún así, decidió no darle tanta vuelta y se comportó como lo estaba haciendo todo este tiempo, neutral o sereno, como debía estar frente un supuesto enemigo que desconocía y quizá, pasaría bastante tiempo o no para que supiera quién era. Así pues, escuchó sus palabras con mucha atención, escuchando también como lo alababa de esa forma que hasta cierto punto le parecía un tanto... Siniestro. Aunque no le importaba. Viendo que negó el asiento que él había ofrecido, se encogió de hombros, escuchándose el sonido odioso por el director de huesos y se acercó un poco más a la mesa, apoyándose. Quizá era demasiado modesta para no sentarse o quizá era porque no tenía simplemente ganas de hacerlo. Sea lo que fuere, no era importante y no debía de concentrarse en ello.

Viendo la invitación de ella ahora, de incluso darle su curriculum, le pareció atractiva esa idea y quizá, así lo haría. Decidió acercarse un poco a ella, pero tampoco tanto, manteniendo distancias. Decidió hablar:

- Está bien, me parece bien esa idea de tener una doctora en mi centro, así si los chicos contraen alguna enfermedad relacionada con este mundo o bien, les pasa algo físicamente podría confiar en ti para poder sanarlos. - La miró con sus cuencas negras, vacías. Prosiguió. - Y también me parece bien lo del curriculum pero antes de eso, o al mismo tiempo, deberé de hacerle unas pequeñas preguntas. ¿Le parece bien?